miércoles, 22 de diciembre de 2010

Desarrollo evolutivo y comportamiento vial

   La primera dificultad con la que se encuentra el niño frente al tráfico es la originada por la limitación del campo visual, limitación que viene determinada por su menor estatura (110 cm. a los seis años), lo que supone un aumento del número de obstáculos en relación al adulto. Así sucedería, por ejemplo, en una situación tan habitual como es la de cruzar entre coches aparcados. Por otra parte, su campo visual está también limitado para usar la información proveniente de la periferia; dicho campo, que abarca en los niños de seis años 110º, irá ampliandose hasta los 180º, propios de la visión del adulto. Esta amplitud dificultará no sólo la detención del movimiento en la periferia del campo, sino que obligará a los niños a girar la cabeza para detectar movimientos laterales, lo que, a su vez, implicará un aumento en le tiempo de reacción para detectar los objetos que se localizan en dicha zona.

A lo anterior hemos de añadir que muchas veces la atención del niño se dirige a aspectos poco relevantes. No se ha de olvidar que hasta los cinco años no existe prácticamente un control de la misma, si bien hacia los seis o siete distingue ya entre situaciones en las qu debe realizar búsquedas de elementos significativos, de aquellas en las que puede dedicarse a jugar, volar su imaginación, etc., para llegar a su control total a partir de los once o doce años, edad en la que también es ya capaz de poder dividir su atención entre varias tareas, como puede ser una tarea motora (cruzar una calle andando) y otra tarea visual (observando la situación de los vehículos).

A todas estas dificultades se suman las que provienen tanto de la posibilidad de estimar fiablemente distancias, lo cual no consiguen hasta los trece años, sobre todo si éstas son grandes, y también las dificultades de utilizar, hasta los ocho años aproximadamente, claves erróneas para determinar la velocidad de los vehículos, llegando a juzgar los coches ruidosos y pequeños como más rápidos que los silenciosos y grandes.

Lógicamente los conceptos de distancia y velocidad influirán en la estimación qeu necesitará el niño para calcular el tiempo de cruce o lo que tardará un vehículo en llegar hasta su posición.

En consecuencia, el comportamiento vial infantil e incluso el proceso de toma de decisiones, se encontrará mediatizado por todos estos factores, lo que determinará la existencia de diferentes estrategias utilizadas en situaciones viales entre adultos y niños. Como ejemplo menciamos las señaladas por D.E Firth, en relación al cruce de calles:

           El niño, como se ha dicho, ya será capaz, aproximadamente a los seis años, de realizar búsquedas de elementos significativos ( bordillos, semáforos,etc,) lo que se traducirá en la elección del lugar del cruce, mientras que el adulto, por el contrario, seleccionará el momento más seguro para llevarlo a cabo. Es decir, el niño prestará poca atención a la situación del tráfico hasta que llegue al bordillo, lugar desde donde iniciará la toma de decisiones.
          
           Si lo anterior añadimos que necesitará más tiempo que el adulto para procesar la información y que tiene dificultad en relación a las estimaciones sobre velocidad, espacio y tiempo, el niño no podrá aprovecharse de posibles configuraciones del tráfico favorables para atravesar la calle sin peligro, ya que no puede anticipar la llegada de un hueco intervalo entre cohces en movimiento, necesitando, por el contrario, un intervalo vacío más extenso.

           Si a esta no anticipación se incorpora la lentitud en el incio del cruce, el niño podrá encontrarse ante una nueva situación vial, lo cual acarreará el comenzar de nuevo todo el proceso o curzar demasiado rápidamente aumentando la posibilidad de cometer un error, dada la dificultad que aún tiene para detenerse y reaccionar ante un imprevisto, pues la adquisición de hábitos de prudencia y pronta decisión constituyen nociones abstractas, que el niño hasta los 12 o 13 años no lograrán adquirir.

Como puede apreciarse he tomado como ejemplo una de las situaciones más habituales en el uso de las vías públicas. Los objetivos de la Educación Vial van mucho más allá del cruce de calles, si bien este se considera primordial y de suma importancia, sobre todo en la Educación Infantil

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